El cálculo mental consiste en realizar las operaciones analizando los números que aparecen en las mismas, para emplear los procedimientos o estrategias que mejor se adapten a dichos números.
Los procedimientos a emplear son flexibles, es decir, que cada persona puede utilizar el procedimiento que le resulte más fácil, de acuerdo con sus conocimientos y habilidades.
Este tipo de cálculo se caracteriza porque se hace de cabeza, es más rápido y se apoya en las propiedades de los números y de las operaciones aritméticas.
Para conseguir buenos resultados en el empleo del cálculo mental es muy importante el interés y la concentración, que nos permitirán desarrollar ciertas habilidades con los números (orden de actuación, descomposición, recolocación, etc.), que mejorarán sensiblemente con la práctica diaria.
Cuando se propone una operación aritmética de cálculo mental no hay, generalmente, una única manera de hacerla, se puede llegar al mismo resultado siguiendo distintos caminos en función del procedimiento que se utilice.
Estos procedimientos no son fijos, dependen de las decisiones que vamos tomando durante la resolución de la operación.
Analizar todas las posibilidades, optar por una de ellas, elegir el orden de actuación y estudiar las transformaciones más apropiadas, convierten al cálculo normal en cálculo mental.
Veamos, como ejemplo, algunos de los distintos procedimientos que se pueden utilizar para efectuar una multiplicación.
a) Descomponemos los números en productos más sencillos y agrupamos según nos convenga.
b) Si hay un número par, lo dividimos por 2 (calculamos la mitad) y multiplicamos el otro número por 2 (calculamos el doble); el producto total no varia y así buscamos una multiplicación más sencilla.
c) También podemos buscar, si es posible, descomponer uno de los números en una suma con 10 que nos facilite los cálculos.
De estos procedimientos emplearemos el que nos resulte más fácil de acuerdo con nuestros conocimientos y habilidades con los números.
Por supuesto que hay más procedimientos para realizar esta operación, pero ¿cuál es el mejor?. Esta pregunta no tiene respuesta, pues elegir un procedimiento u otro dependerá de la habilidad de cada persona. La decisión que se tome debe tener en cuenta la facilidad o dificultad de la operación y las posibles estrategias que se pueden establecer.
En principio, resolver una operación aritmética con cálculo mental puede parecer más difícil que hacerlo por el procedimiento tradicional, pero a medida que vayamos haciendo más operaciones de cálculo mental, veremos que nos resulta más fácil y que hemos mejorado nuestra agilidad mental y nuestra actitud frente a las operaciones aritméticas.